En la mayoría de localizaciones de todo el mundo, el entrenamiento en verano tiene como peligro las altas temperaturas, que pueden suponer un obstáculo extra a nuestro entrenamiento diario. Puedes evitarlo con estos 3 trucos que os contamos a continuación.
Incrementa la hidratación
Con una temperatura más alta vas a necesitar mayor hidratación. Haz caso a tu cuerpo más que a las teorías de gimnasio sobre cuánto agua debes beber. Cada vez que consideres que necesitas agua, aprovecha para incrementar tu hidratación.
El agua es preferible que esté fresca a helada o del tiempo, algo que no es precisamente fácil de conseguir. Bebe a tragos cortos e intenta no llenar excesivamente tu estómago. El único ejercicio en el que debes moderar los tragos es en el de abdominales.
Enfría tu cuerpo
Si entrenas en un lugar donde las altas temperaturas son realmente un problema, hay técnicas de enfriamiento que permiten reducir el impacto ambiental en los músculos. Encontrarás en tiendas deportivas multitud de accesorios que pueden ayudarte en el enfriamiento muscular.
Utiliza estos accesorios siempre con precaución y como método antes del entrenamiento, nunca durante el mismo, dado que puedes conseguir una respuesta inadecuada de los músculos. Para después del entrenamiento aprovecha el cambio de temperatura en la ducha como mejor método para adaptar tu cuerpo en relajación a las altas temperaturas.
Dedica más tiempo a la adaptación
Si entrenas en casa no tendrás problemas en la adaptación a una temperatura con la que convives constantemente. Pero si acudes a un gimnasio, es posible que notes más o menos calor.
Dedica más tiempo del habitual a acudir al gimnasio o al sitio donde vas a entrenar y deja que el cuerpo se adapte al clima imperante en el sitio. Luego te será más fácil desarrollar el entrenamiento.
Incrementa la hidratación
Con una temperatura más alta vas a necesitar mayor hidratación. Haz caso a tu cuerpo más que a las teorías de gimnasio sobre cuánto agua debes beber. Cada vez que consideres que necesitas agua, aprovecha para incrementar tu hidratación.
El agua es preferible que esté fresca a helada o del tiempo, algo que no es precisamente fácil de conseguir. Bebe a tragos cortos e intenta no llenar excesivamente tu estómago. El único ejercicio en el que debes moderar los tragos es en el de abdominales.
Enfría tu cuerpo
Si entrenas en un lugar donde las altas temperaturas son realmente un problema, hay técnicas de enfriamiento que permiten reducir el impacto ambiental en los músculos. Encontrarás en tiendas deportivas multitud de accesorios que pueden ayudarte en el enfriamiento muscular.
Utiliza estos accesorios siempre con precaución y como método antes del entrenamiento, nunca durante el mismo, dado que puedes conseguir una respuesta inadecuada de los músculos. Para después del entrenamiento aprovecha el cambio de temperatura en la ducha como mejor método para adaptar tu cuerpo en relajación a las altas temperaturas.
Dedica más tiempo a la adaptación
Si entrenas en casa no tendrás problemas en la adaptación a una temperatura con la que convives constantemente. Pero si acudes a un gimnasio, es posible que notes más o menos calor.
Dedica más tiempo del habitual a acudir al gimnasio o al sitio donde vas a entrenar y deja que el cuerpo se adapte al clima imperante en el sitio. Luego te será más fácil desarrollar el entrenamiento.
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