El entrenamiento físico no es un trabajo individual e independiente respecto al resto de cosas que puedes realizar en tu rutina diaria. Esto supone dos cosas. En primer lugar que lo que hagas fuera del gimnasio o de tu rutina influirá directamente en cómo rindes a la hora de realizarla. Y, de esta forma, puedes aprovechar esa característica para mejorar en el entrenamiento con acciones externas.
Una dieta adecuada
Cada rutina de entrenamiento tiene una dieta diferente que le es más adecuada. Obtén antes los objetivos o, como mínimo, no generes obstáculos sólo porque estás comiendo de forma errónea a lo que tus músculos buscan.
No tiene ninguna lógica intentar ejercicios aeróbicos con los que buscar definir un músculo, al que posteriormente se le acompaña de hidratos de carbono y grasas en exceso, que dificultan precisamente esa definición.
Un descanso completo
Tanto los objetivos de una dieta como los de una modificación muscular requieren de un descanso completo. En estos casos dormir lo suficiente ayuda a consumir la grasa sobrante y a obtener la energía necesaria para acometer el ejercicio del día siguiente al máximo, lo que al mismo tiempo nos permitirá una mayor evolución.
No cumplir esta acción paralela al entrenamiento tiene serios peligros. Uno de ellos el de engordar en exceso, dado que dormir poco no supone una menor reducción del peso, sino la acumulación de la grasa que debería haberse consumido en un sueño reparador. Por otro lado, también supone una menor energía para el entrenamiento y no poder rendir al nivel exigido.
Masajes de reparación
Los músculos sufren desgaste, que se presenta en forma de lesión, contractura o molestias. Tanto para evitar como para resolver estos problemas, los masajes reparadores deberían convertirse en una rutina más, como mínimo de 2 veces al mes. En el caso de que se produzca una lesión, el fisioterapeuta debe indicar la periodicidad recomendable.
Una dieta adecuada
Cada rutina de entrenamiento tiene una dieta diferente que le es más adecuada. Obtén antes los objetivos o, como mínimo, no generes obstáculos sólo porque estás comiendo de forma errónea a lo que tus músculos buscan.
No tiene ninguna lógica intentar ejercicios aeróbicos con los que buscar definir un músculo, al que posteriormente se le acompaña de hidratos de carbono y grasas en exceso, que dificultan precisamente esa definición.
Un descanso completo
Tanto los objetivos de una dieta como los de una modificación muscular requieren de un descanso completo. En estos casos dormir lo suficiente ayuda a consumir la grasa sobrante y a obtener la energía necesaria para acometer el ejercicio del día siguiente al máximo, lo que al mismo tiempo nos permitirá una mayor evolución.
No cumplir esta acción paralela al entrenamiento tiene serios peligros. Uno de ellos el de engordar en exceso, dado que dormir poco no supone una menor reducción del peso, sino la acumulación de la grasa que debería haberse consumido en un sueño reparador. Por otro lado, también supone una menor energía para el entrenamiento y no poder rendir al nivel exigido.
Masajes de reparación
Los músculos sufren desgaste, que se presenta en forma de lesión, contractura o molestias. Tanto para evitar como para resolver estos problemas, los masajes reparadores deberían convertirse en una rutina más, como mínimo de 2 veces al mes. En el caso de que se produzca una lesión, el fisioterapeuta debe indicar la periodicidad recomendable.
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